LA AUTORIDAD DE JESÚS

Día 78

DEVOCIONAL LEVITICO

Preparándonos para el encuentro”

Plan de Lectura:

Marcos 11:20-12:12

 

Versículo Clave: y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces

estas cosas, y quien te dio autoridad para hacer estas cosas? Marcos 11:28

 

LA AUTORIDAD DE JESÚS

 

R. C. Sproul en una de sus increíbles obras literarias aborda el tema de la autoridad, y escribe al respecto: La palabra autoridad contiene dentro de sí la palabra autor. Dios es el autor de todas las cosas sobre las cuales tiene autoridad. Dicha propiedad le da ciertos derechos. Puede hacer con su universo lo que agrade a Su santa voluntad. Asimismo, todo poder en el universo fluye del poder de Dios. Todo poder en este universo está subordinado a Él1. En los evangelios sinópticos2 continuamente se muestra la manera en la que Cristo Jesús ejercía, enseñaba, y demostraba fielmente este principio (Mt. 7:29; Mr. 1:22; Lc. 4:32). Aunque la autoridad de Jesús es infinita y absoluta, siempre se ejerce en perfecto acuerdo con la voluntad del Padre.

 

Cuando el Señor y sus discípulos volvieron a Jerusalén desde Betania y como de costumbre, Jesús andaba por el templo enseñando al pueblo y anunciando el evangelio. En aquella misma hora vinieron a Él los líderes oficiales de Israel: los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos (Mr 11:27). ¿Quiénes eran estos personajes que todo el tiempo buscaban arremeter contra Jesús? Los principales sacerdotes, constituían un grupo u orden compuesto por el sumo sacerdote, quién era el responsable máximo del Templo y presidente del Sanedrín3. Los escribas, que en su mayoría eran fariseos, porque estos eran los hombres que estudiaban, interpretaban y enseñaban la ley. Por último, los ancianos eran  eran los jefes de las familias laicas más influyentes, que representaban a la nobleza laica en el Sanedrín. 4 Estos tres grupos podrían ser definidos por dos palabras: RELIGIOSOS INFLUYENTES.

 

Presentándose delante de Jesús le dijeron: ¿con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio autoridad para hacer estas cosas? (Mr. 12:28) Esta pregunta no estaba motivada por la curiosidad; se trataba de un ataque. Estos dirigentes se hallaban furiosos en su odio, debido a las enseñanzas de Jesús. Buscaban la mínima oportunidad para desacreditar públicamente al Señor y acusarlo de blasfemia, y de esta manera exigir su ejecución. Sin embargo, Jesús conocía el
verdadero trasfondo de esa astuta interrogante, no obstante, Jesús les planteo otra interrogante, exponiendo la ignorancia y la falta de sinceridad que los caracteriza, respondiendo, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme (Mr.12:29-30)

 

Varios interpretes han señalado que el método de responder a una pregunta por medio de otra pregunta era algo bastante común en las pláticas entre los rabinos (Mr. 2:7-10; 2:18-22; 3:22-30; 8:11-13). Sin duda alguna Jesús al ser Dios conocía las verdaderas intenciones del corazón de estos individuos, la dureza y grosor del corazón de cada uno les impedía contemplar la Deidad de Cristo y la Supremacía de Su autoridad. Con su pregunta Cristo arrinconó a sus enemigos. Los enemigos de Jesús no podían gozar de la verdad porque su mente estaba entenebrecida y reprobada. La razón por la que mucha gente conoce tan poco sobre Jesús y el gozo de vivir una vida cristiana, es porque rehúsan someterse a su voluntad.

Ellos razonaban entre sí, si decimos, del cielo, Él nos dirá, ¿Por qué, entonces no creísteis? ¿Pero si decimos, de los hombres...? Pero temían al pueblo, pues todos tenían a Juan como un verdadero profeta. Así que, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco os digo con qué autoridad hago estas cosas. (Mr. 11:31-33)

La pregunta planteada por Jesús prácticamente los ha dejado entre la espada y la pared. Negar la opinión popular de que Juan era un verdadero profeta habría tenido graves y hasta fatales, consecuencias. Rechazar al verdadero profeta de Dios equivalía a rechazar y blasfemar al mismo Dios. 5Ya que las dos únicas alternativas eran inaceptables para los RELIGIOSOS INFLUYENTES, solo se atrevieron a responder: No sabemos. Con esta respuesta manifestaron su verdadera ignorancia entorno a los asuntos divinos, fue un trago amargo para su orgullo y egoísmo, ya que eran expertos en asuntos teológicos y sabios en debates.

El dulce knockout de Jesús fue expresado en su respuesta final: Tampoco os digo con qué autoridad hago estas cosas. Después de tres años de enseñar y realizar señales, prodigios y milagros que demostraron ampliamente que era el Mesías, ya no les daría más información. Los religiosos cavaron su propia condenación al no creer en el Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas (Juan
3:19). Aquellos que con dureza de corazón rechazan la luz finalmente serán abandonados. 

Una pregunta similar a la que expresaron los RELIGIOSOS INFLUYENTES sería ¿Por qué haces esto en mi vida y quién te dio permiso de hacerlo? La respuesta es sencilla, porque es Dios y no necesita autorización de nadie. Él posee la autoridad para ejercer lo que le plazca. Lejos esté en nosotros cuestionar la autoridad del Señor, en su lugar Dios nos dé un corazón nuevo, obediente, sencillo y sujeto al Señorío de Jesús. Dios tiene toda autoridad sobre mi vida y en todo lo que existe. Lo que ha determinado según el Designio de Su Voluntad es bueno y perfecto, aun cuando desconozca los misterios en Su obrar.
Él tiene todo el derecho de hacerlo. Sean remplazadas las múltiples cuestiones a nuestro Trino Dios por un sometimiento a la Autoridad de Jesús. Quien recibe la
autoridad de Cristo en su vida, recibe Su Señorío y quien recibe su Señorío acepta totalmente Su voluntad. Dios es el autor de todas las cosas sobre las cuales tiene autoridad.
La oración de cada uno debe ser: “Enséñame a hacer tu
voluntad porque tú eres mi Dios” (Sal. 143:10).