Orar: Algo tan natural como respirar

¿Por qué debemos orar?

No podemos vivir más de unos minutos sin respirar. Cuando pensamos en alguien que tiene asma, que tiene dificultades para respirar, su condición puede afectar todo su cuerpo. Puede ser posible que cuando les da un ataque de asma hay dificultades para hablar y fuertes dolores en el pecho. Respirar para nosotros es algo que pasa casi desapercibido en nuestra vida cotidiana, no obstante, es vital para sobrevivir. La habilidad para respirar nos libera, nos hace muy felices y nos permite estar activos.

Podemos decir que para un creyente, la oración es, o debería de ser, tan importante como respirar. La oración son como los pulmones de un cristiano sincero y creyente. No podemos tener una fe viva dentro de nosotros sin la oración. La oración nos hace felices, nos ayuda a estar activos y hace que las cosas sean más fáciles y ligeras cuando estamos en presencia de Dios. En realidad, no podemos vivir sin estar en el espíritu de oración, pues ese contacto que tenemos con Dios por la oración todos los días es por el cual recibimos ayuda, fuerza y respuestas a pequeñas y grandes situaciones de la vida. (Hebreos 4:16)

¿Por qué orar?

Nosotros no sabemos por lo que debemos de orar, pero sentimos que el Espíritu Santo va en intercesión y ora por nosotros haciéndonos que las cosas se vuelvan mucho más claras. (Romanos 8 :26-27) Esto nos ayuda a acercarnos mucho más a Él, y entramos a un buen espíritu de oración, que hace que consigamos todas las cosas en nuestras vidas.

La oración está muy  ligada al ministerio de la palabra: “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.” Hechos 6:4. La oración primero y luego el ministerio de la palabra. Podemos expresarlo de esta manera: La oración es por la que se recibe el poder para llevar a cabo el ministerio de la palabra. Si no oramos a Dios en nuestro interior y estamos en el espíritu de oración, tampoco tenemos ese poder dentro de nosotros, el cual nos permite alimentarnos y ayudar a través de la Palabra.

Por medio de la oración hacemos que Dios mueva sus manos. Si por ejemplo, oramos por alguien en África, las manos de Dios van hasta África y obra en aquellos por los cuales oramos. La oración nos brinda un gran alcance, de modo que podemos orar activamente en todo el mundo desde donde quiera que estemos.

A Pablo le preocupaba la iglesia todos días, algo que sobre él agolpaba. (2 Corintios 11:28) Sus oraciones fueron algo que hacía cada día. Él gastó mucho tiempo pensando en los otros y orando por ellos. Él oraba por las iglesias y sentía y conocía sus debilidades, por lo cual también oró para que Dios pudiera intervenir. Esto también aplica cuando alguien ha pecado, que no sea de muerte, como está escrito en 1 Juan 5:16. Entonces, deberíamos orar, y Dios les dará vida.

Orar es un glorioso, oculto e increíble ministerio. Dios le da vida a otros por medio de nuestras oraciones y eso a su vez produce en nosotros un enorme agradecimiento para con Dios. La oración hace que estemos constantemente agradecidos. (Filipenses 4:6-7; Colosenses 4:2)

 

 Este artículo está inspirado en una prédica de Kåre J. Smith el 25 de septiembre de 2018.